XXX Aniversario de Angamos
Romería al monumento Grau
Ceremonia Patriótica en el Callao
En una forma sencilla á la par que solemne se realizó esta mañana la romería patriótica, que organizo la asociación “Pro Patria” (Pro Marina) para rendir un homenaje de recuerdo al 30º aniversario del memorable combate de Angamos, visitando el monumento levantado en este puerto al contralmirante Miguel Grau, el héroe de esta jornada.
Desde temprano se veía adornado con flores y ramas de laurel el monumento, y en el curso de la mañana, así como durante la ceremonia, fueron aumentando los aparatos florales, cruces, coronas, escudos, anclas y otros emblemas, compañeros é instituciones, por la grandiosa figura histórica de Grau.
Poco antes de las diez de la mañana llegó de Lima por la carretera, con su atalaje completo una batería de artillería de montaña al mando del comandante Salazar, que se estaciono en la cuadra del girón de Manco Capac comprendida entre la estación principal del Ferrocarril Central y la Plaza Grau.
Casi el mismo tiempo llegó también de Lima la banda del batallón de gendarmes, la cual á la cabeza de los colegios “Instituto Ingles”, “Instituto Callao” e “Instituto Chalaco” desfilo hasta colocarse en las avenidas del jardín que circunda el monumento de Grau.
Guardias de policía vestidos de parada formaban en derredor de la plaza y en el trayecto á la estación del central, por donde debía recorrer la comitiva que venia de Lima.
Los jefes y oficiales de la marina esperaban en la puerta de la estación vestidos de parada, así como los marinos sobrevivientes y los alumnos de la escuela naval.
A las 10 y media llegó de la capital un convoy que conducía a la comitiva conformada por miembros de las comisiones de Lima, jefes, caballeros particulares y bomberos”.
En la estación fueron recibidos por el prefecto de la provincia, el subprefecto, el capitán del puerto y gran numero de gente del pueblo. La comitiva se encaminó á la plaza Grau, que en ese momento presentaba un aspecto de inusitada animación. Los balcones y azoteas de las casas que le circundan se veían atestadas de familias de este puerto y de Lima y en toda su extensión la plaza estaba ocupada por un gentío no menor de 2,000 personas.
Situado convenientemente la comitiva en un claro abierto delante del monumento y mientras se iban colocando coronas enviadas por instituciones de Lima y de este puerto y por las tripulaciones de los buques escuadra, el señor Teodoro Elmore, en nombre y representación de la sociedad en pró de la marina, organizadora de la fiesta, tomó la palabra, pronunciando el discurso siguiente:
“La sociedad en pró de la marina cuyo objeto es que está tenga su apoyo en el corazón de los peruanos todos, nos ha enviado a colocar en este monumento de gloria como primer acto publico en honor de quienes se esforzaron en el cumplimiento del deber.
Con fe robusta en el porvenir aplastaremos el escepticismo y echaremos lazos solidarios entre las clases y sociedades todas para constituir un organismo de acción poderosa digno de Graú y sus compañeros. Señores viva la marina! Para que se nos respete.”
Desde temprano se veía adornado con flores y ramas de laurel el monumento, y en el curso de la mañana, así como durante la ceremonia, fueron aumentando los aparatos florales, cruces, coronas, escudos, anclas y otros emblemas, compañeros é instituciones, por la grandiosa figura histórica de Grau.
Poco antes de las diez de la mañana llegó de Lima por la carretera, con su atalaje completo una batería de artillería de montaña al mando del comandante Salazar, que se estaciono en la cuadra del girón de Manco Capac comprendida entre la estación principal del Ferrocarril Central y la Plaza Grau.
Casi el mismo tiempo llegó también de Lima la banda del batallón de gendarmes, la cual á la cabeza de los colegios “Instituto Ingles”, “Instituto Callao” e “Instituto Chalaco” desfilo hasta colocarse en las avenidas del jardín que circunda el monumento de Grau.
Guardias de policía vestidos de parada formaban en derredor de la plaza y en el trayecto á la estación del central, por donde debía recorrer la comitiva que venia de Lima.
Los jefes y oficiales de la marina esperaban en la puerta de la estación vestidos de parada, así como los marinos sobrevivientes y los alumnos de la escuela naval.
A las 10 y media llegó de la capital un convoy que conducía a la comitiva conformada por miembros de las comisiones de Lima, jefes, caballeros particulares y bomberos”.
En la estación fueron recibidos por el prefecto de la provincia, el subprefecto, el capitán del puerto y gran numero de gente del pueblo. La comitiva se encaminó á la plaza Grau, que en ese momento presentaba un aspecto de inusitada animación. Los balcones y azoteas de las casas que le circundan se veían atestadas de familias de este puerto y de Lima y en toda su extensión la plaza estaba ocupada por un gentío no menor de 2,000 personas.
Situado convenientemente la comitiva en un claro abierto delante del monumento y mientras se iban colocando coronas enviadas por instituciones de Lima y de este puerto y por las tripulaciones de los buques escuadra, el señor Teodoro Elmore, en nombre y representación de la sociedad en pró de la marina, organizadora de la fiesta, tomó la palabra, pronunciando el discurso siguiente:
“La sociedad en pró de la marina cuyo objeto es que está tenga su apoyo en el corazón de los peruanos todos, nos ha enviado a colocar en este monumento de gloria como primer acto publico en honor de quienes se esforzaron en el cumplimiento del deber.
Con fe robusta en el porvenir aplastaremos el escepticismo y echaremos lazos solidarios entre las clases y sociedades todas para constituir un organismo de acción poderosa digno de Graú y sus compañeros. Señores viva la marina! Para que se nos respete.”
En seguida habló el joven don Ernesto León, en nombre de la juventud chalaca, en esta forma:
Señores:
“El heroísmo, magno sacrificio que condujo á Grau y los suyos á la inmortalidad y la gloria, se impuso á la admiración humana y es perdurable estimulo para nosotros. Constituye legítimo orgullo para el Perú y despierta el anhelo de ofrendar, en la hora de la prueba, la propia vida, en aras de la patria, imitando su noble ejemplo.
El infortunio no amengua el merecimiento de Grau, ni el de sus grandes hechos; sucumbió al impulso de grandiosa aspiración: no alcanzo su propósito; pero irradio esplendorosa luz, enalteciendo su nombre y el de la patria mas sublime es ante la historia; Aníbal sobre las ruinas de Cartago, que la apoteosis de Scipcion en el capitolio. Grau, sucumbiendo en la frágil nave en que se cifraban todas esperanzas, conquista mayor grandeza que la arrancada al Perú por sus eternos enemigos.
El predominio de la fuerza será siempre precario y en los pueblos en que germinan la abnegación y el valor, jamás podrá, enseñarse la conquista.
Para destruirla bastara tan solo cultivar esos ideales haciendo concurrir todas nuestras energías á la labor incesante del desarrollo de nuestras facultades intelectuales y físicas, en armónico concierto, dirigidas al aprovechamiento de todos los recursos que el civismo, el arte y las ciencias, ponen al alcance de los pueblos que aspiran a vivir libres y que saben educarse por esfuerzo propio. Es por esto señores, que halla digna vuestra ofrenda de hoy al héroe de Angamos. Las coronas que acabáis de colocar sobre el pedestal de este modesto monumento que consagro al Callao a nuestro ínclito y preclaro compatriota, habría sido pobre y pequeño homenaje, desvanecido en acto aislado; pero antes de que esas ramas de laurel hayan sido ofrecidas por vuestras manos, habéis hecho conocer que la juventud que dá este publico testimonio de culto patriótico á uno de sus héroes, tiene claro concepto del sagrado deber que le impone la conservación de la existencia nacional; declarando, en sencillo programa, que la asociación de todos las inteligencias y elementos técnicos; de todos los recursos de arte y el ingenio nacional, deben encaminarse resueltamente, á engrandecer el Perú, ennobleciéndolo.”
Señores:
“El heroísmo, magno sacrificio que condujo á Grau y los suyos á la inmortalidad y la gloria, se impuso á la admiración humana y es perdurable estimulo para nosotros. Constituye legítimo orgullo para el Perú y despierta el anhelo de ofrendar, en la hora de la prueba, la propia vida, en aras de la patria, imitando su noble ejemplo.
El infortunio no amengua el merecimiento de Grau, ni el de sus grandes hechos; sucumbió al impulso de grandiosa aspiración: no alcanzo su propósito; pero irradio esplendorosa luz, enalteciendo su nombre y el de la patria mas sublime es ante la historia; Aníbal sobre las ruinas de Cartago, que la apoteosis de Scipcion en el capitolio. Grau, sucumbiendo en la frágil nave en que se cifraban todas esperanzas, conquista mayor grandeza que la arrancada al Perú por sus eternos enemigos.
El predominio de la fuerza será siempre precario y en los pueblos en que germinan la abnegación y el valor, jamás podrá, enseñarse la conquista.
Para destruirla bastara tan solo cultivar esos ideales haciendo concurrir todas nuestras energías á la labor incesante del desarrollo de nuestras facultades intelectuales y físicas, en armónico concierto, dirigidas al aprovechamiento de todos los recursos que el civismo, el arte y las ciencias, ponen al alcance de los pueblos que aspiran a vivir libres y que saben educarse por esfuerzo propio. Es por esto señores, que halla digna vuestra ofrenda de hoy al héroe de Angamos. Las coronas que acabáis de colocar sobre el pedestal de este modesto monumento que consagro al Callao a nuestro ínclito y preclaro compatriota, habría sido pobre y pequeño homenaje, desvanecido en acto aislado; pero antes de que esas ramas de laurel hayan sido ofrecidas por vuestras manos, habéis hecho conocer que la juventud que dá este publico testimonio de culto patriótico á uno de sus héroes, tiene claro concepto del sagrado deber que le impone la conservación de la existencia nacional; declarando, en sencillo programa, que la asociación de todos las inteligencias y elementos técnicos; de todos los recursos de arte y el ingenio nacional, deben encaminarse resueltamente, á engrandecer el Perú, ennobleciéndolo.”
Los alumnos don Enrique Gomero, del “Instituto Chalaco” y don Cesar Morales del “Instituto Callao”, pronunciaron vehementes discursos patrióticos que fueron muy aplaudidos.
El ingeniero señor Carlos Velarde, miembro e iniciador de la Asociación en Pro de la Marina, tomó la palabra, expresándose en los siguientes y enérgicos términos que le valieron calurosos aplausos del gentío:
“Señores:
Día llegará en que la efemérides de Angamos sea solemnizada con toda la pompa que merece tan insigne epopeya. La aflicción ante el desastre irá cediendo al campo del entusiasmo que provoca el heroísmo, para celebrar este grandioso día, en que “el infortunio y la gloria se dieron cita en las soledades del mar…”
La naciente asociación en pró de la marina se ha limitado, hoy á improvisar esta sencilla ceremonia, y el comité agradece profundamente vuestro expontáneo concurso, porque lo considera como una manifestación de aliento para al obra magna que se ha atrevido á comprender.
Todos los hombres útiles, los pensadores, que no combinan las palabras sino ideas los hombres de acción, que no agotan sus energías en las conveniencias históricas, sino que quieren marchar adelante empujando el carro del progreso, sienten sinceramente la necesidad de incrementar la defensa material del país, porque no conciben la soberanía sin esfuerzo que la sustente.
No se habían borrado aun los regueros de sangre peruana derramada en los campos de batalla, cuando eminente republico nos decía en la fiesta de las escuelas:
“Abandonemos el romanticismo internacional y la fe en los auxilios sobre humanos: la tierra encarnece á los vencidos y el cielo no tiene rayos para el verdugo.”
Han pasado treinta años del desastre y venimos á presenciar el espectáculo de un pueblo insolente que arrastra nuestra bandera y rechaza el fallo dictado por el juez que él mismo había querido darse. Y en efecto, el fuego celeste no ha caído para confundir al ánimo pueblo ni á su menguado agitador. Y nosotros …..nosotros hemos sufrido y esperado para conseguir la aceptación pro-formula; pero modificando líneas y acomodando fronteras.
Por eso es que hoy la opinión publica se unifica para exigir una orientación franca hacia la defensa del territorio, un vigoroso empuje para adquirir elementos de combate, cuesten lo que cuesten, una vigorosa educación de libertad y civismo para nuestras generaciones crezcan altivas y viriles, para que nuestros gobiernos confíen y los extranjeros sepan que somos hombres y no carne de cañón ó humildes hospitalarios de los invasores.
La asociación de la Marina, lo diremos de una vez por todas, no quiere que se descuide la defensa terrestre. Si trabaja a favor de los elementos navales es porque son mas difíciles de adquirir y porque las necesidades del ejercito están mas al alcance del gobierno y del pueblo por el constante roce.
En cambio los que no somos marinos los que formamos la casi totalidad del país, estamos muy lejos de los barcos y no nos acostumbramos a pensar diariamente que del incremento del esta diminuta escuadra depende en gran parte la seguridad del estado, que cada uno de sus fierros es una áncora de salvación para el país y cada boca de fuego un vocero de la paz continental.
Señores: no desmayemos en la obra iniciada y vengamos de cuando en cuando, á tonificar el espíritu respirando el ambiente de los héroes. Hemos llamado á las puertas del patriotismo y un sin numero de voces nos han respondido con entusiasmo; sigamos adelante. La obra de los convencidos servirá para convencer á los incrédulos y la marina vendrá cuando el país quiera de todo corazón que venga!”
El ingeniero señor Carlos Velarde, miembro e iniciador de la Asociación en Pro de la Marina, tomó la palabra, expresándose en los siguientes y enérgicos términos que le valieron calurosos aplausos del gentío:
“Señores:
Día llegará en que la efemérides de Angamos sea solemnizada con toda la pompa que merece tan insigne epopeya. La aflicción ante el desastre irá cediendo al campo del entusiasmo que provoca el heroísmo, para celebrar este grandioso día, en que “el infortunio y la gloria se dieron cita en las soledades del mar…”
La naciente asociación en pró de la marina se ha limitado, hoy á improvisar esta sencilla ceremonia, y el comité agradece profundamente vuestro expontáneo concurso, porque lo considera como una manifestación de aliento para al obra magna que se ha atrevido á comprender.
Todos los hombres útiles, los pensadores, que no combinan las palabras sino ideas los hombres de acción, que no agotan sus energías en las conveniencias históricas, sino que quieren marchar adelante empujando el carro del progreso, sienten sinceramente la necesidad de incrementar la defensa material del país, porque no conciben la soberanía sin esfuerzo que la sustente.
No se habían borrado aun los regueros de sangre peruana derramada en los campos de batalla, cuando eminente republico nos decía en la fiesta de las escuelas:
“Abandonemos el romanticismo internacional y la fe en los auxilios sobre humanos: la tierra encarnece á los vencidos y el cielo no tiene rayos para el verdugo.”
Han pasado treinta años del desastre y venimos á presenciar el espectáculo de un pueblo insolente que arrastra nuestra bandera y rechaza el fallo dictado por el juez que él mismo había querido darse. Y en efecto, el fuego celeste no ha caído para confundir al ánimo pueblo ni á su menguado agitador. Y nosotros …..nosotros hemos sufrido y esperado para conseguir la aceptación pro-formula; pero modificando líneas y acomodando fronteras.
Por eso es que hoy la opinión publica se unifica para exigir una orientación franca hacia la defensa del territorio, un vigoroso empuje para adquirir elementos de combate, cuesten lo que cuesten, una vigorosa educación de libertad y civismo para nuestras generaciones crezcan altivas y viriles, para que nuestros gobiernos confíen y los extranjeros sepan que somos hombres y no carne de cañón ó humildes hospitalarios de los invasores.
La asociación de la Marina, lo diremos de una vez por todas, no quiere que se descuide la defensa terrestre. Si trabaja a favor de los elementos navales es porque son mas difíciles de adquirir y porque las necesidades del ejercito están mas al alcance del gobierno y del pueblo por el constante roce.
En cambio los que no somos marinos los que formamos la casi totalidad del país, estamos muy lejos de los barcos y no nos acostumbramos a pensar diariamente que del incremento del esta diminuta escuadra depende en gran parte la seguridad del estado, que cada uno de sus fierros es una áncora de salvación para el país y cada boca de fuego un vocero de la paz continental.
Señores: no desmayemos en la obra iniciada y vengamos de cuando en cuando, á tonificar el espíritu respirando el ambiente de los héroes. Hemos llamado á las puertas del patriotismo y un sin numero de voces nos han respondido con entusiasmo; sigamos adelante. La obra de los convencidos servirá para convencer á los incrédulos y la marina vendrá cuando el país quiera de todo corazón que venga!”
En nombre de la clase obrera hablo ardorosamente el señor Luis Hernandez H.
El contralmirante señor Villavicencio, actor importante de la campaña naval de la guerra del pacífico, tomo luego la palabra, siendo recibido con afectuosas demostraciones de los concurrentes y pronunciando este discurso:
“Señores:
Treinta años han transcurrido desde que el héroe de Angamos, contralmirante Miguel Grau, en formidable y desigual combate sucumbió cubierto de gloria, comandando el crucero “Huascar”, débil nave que lucho seis meses, contra la escuadra enemiga de acorazados; y sin embargo, día a día recordamos con orgullo y admiración aquella grandiosa epopeya, que formará época en los anales de los combates navales de todos los siglos.
Grau fue para el Perú su bravo y abnegado adalid en el mar, como lo fue en tierra el sublime Bolognesi, y será para nuestros jóvenes marinos valioso ejemplo que enseñará siempre como se lucha y cómo se muere por la patria.
La vida, señores, obedece a una reducida sucesión de latidos de nuestro corazón, cortísimo instante comparado con la eternidad del tiempo, transcurrido ese leve paso del hombre sobre la tierra.
¿Qué le queda aquí? Restos materiales que desaparecen, afectos que se debilitan y, al fin, la triste nada; pero no, no desaparecemos tanto, aun puede procurar por sus grandes hechos y bellas acciones, que la historia eternice su memoria haciéndole merecida justicia, lo cual es ya una merecida satisfacción, en medio de su precaria existencia. El hombre que se inspira en las eternas verdades de la ciencia y de la religión y que comprende que el cumplimiento del deber, nada existe sobre Dios y la patria, tiene conquistado el camino de la gloria, y derecho, al recuerdo de sus semejantes. Así, Grau, hombre de carácter, firme y lleno de fe en aquellos principios, no podía retroceder ante el imponente enemigo que se le presentara, nada le aterraba, poco le importaba latidos mas o menos de su corazón, y con valor jamás desmentido, con temerario arrojo, acomete el asombrado enemigo y cae destrozado, dejando sobre las aguas de Angamos estela enrojecida con su preciosa sangre.
Boileau ha dicho: “Morir por la patria, no es morir, es inmortalizarse” y Grau se inmortalizo.
No lamento pues señores, la muerte de este héroe; si en los primeros momentos vertí lágrimas de verdadero dolor, ahora me inspira un sentimiento bien diferente: lo veo tan grande en el templo de la inmortalidad, lo veo tan prominente entre los hombres, que me siento poseído de noble emulación: yo quiero una hoja desprendida de la corona que ciñe su erguida frente para conservarla como precioso talismán; quiero un rincón en su divina mansión; para contemplar su complacencia en momentos como este, en que un pueblo justiciero y entusiasta, rodea su monumento y lo llama su marino predilecto, y bravo defensor de la honra nacional.
Señores: Gloria a Grau y á sus valerosos compañeros, que como buenos cayeron a su lado; honra á los valientes tripulantes de aquella histórica nave cuyo combate hoy conmemoramos en vivo patriotismo, y llenos de fe en el porvenir.”
Por ultimo pronuncio un discurso patriótico el joven don Nicanor Moscoso y Villavicencio, en nombre del club atlético “Grau Nº1”. A las once de la mañana, terminó la ceremonia, reiterándose las tropas, los colegios e instituciones.
El monumento se hallaba materialmente cubierto de aparatos florales desde su base hasta la coronación.
Cada aparato llevaba sus respectivas tarjetas, que correspondían á los nombres siguientes:
Cruz: Dolores C. Viuda de Grau é hijos. Aparto floral, representando el pabellón nacional, del capitán de navío don Pedro Gárezon. Otro aparato floral con el nombre de Grau, que decia: “La escuela naval a Miguel Grau, cuyo augusto sacrificio servirá de inextinguible faro á la marina peruana, para mantenernos dignos de él, sublime encarnación del deber cumplido y poder conservar el honroso derecho de espirar á imitarlo.”
Coronas: Prefecto del Callao, concejo provincial del Callao, Rosa Mercedes Távara y hermano; Elvira R. de Santillana é hijos. Club Regatas “Unión”, con la siguiente inscripción: “A los defensores de la justicia y lealtad americana, que fueron inmolados á bordo del “Huascar” en 1879, por el principio de conquista en el nuevo mundo. Callao, octubre 8 de 1909”, liga de la defensa nacional, instituto chalaco, de las sociedades unidas del Callao, al héroe de Angamos contralmirante Grau, instituto “Callao”, Club atlético Grau Nº1, Asociación “Por patria”, de los buques de guerra nacionales y muchos otros.
Entre la numerosa concurrencia de Lima y de este puerto pudimos anotar los siguientes nombres:
Perfecto de la provincia, sub-prefecto, capitán de puerto, diputado de congreso por la provincia, doctor Miro Quesada; alcalde principal, contralmirante Carvajal (Sobreviviente), Villavicencio y Rasgada, capitanes de navío, señores Gárenzon (sobreviviente), Saldías, Mora, Asín, Ontaneda; id de fragata, Tizón (sobreviviente), Caballero y Lastres, León N.P., Buenaño; id. de corbeta, Bielich, Stiglich y todos los oficiales en servicio; señores C.A. Velarde , Oyague y Soyer, Aurelio Miro Quesada, Ortiz de Zevallos, Rafael Grau, Gianella, Sabogal, Arteaga, Comandante E.B. Ruiz y otros muchos.
Los marinos sobrevivientes del “Huascar”, Francisco Espiel, Modesto Buendía, Faustino Colán, Pedro Rodríguez, Alberto Medina, José Rivera, Francisco Aguilar, Santos Calderón, Miguel Balcázar, Nieves Espinoza, Eduardo Price, Ramón Galicia y Eleodoro Dávila, uniformados y llevando el pecho la condecoración que les otorgara la nación por los servicios prestados á bordo del “Huascar”.
Las sociedades humanitarias con sus respectivos estandartes democrático-filantrópicos. Marítima de auxilios mutuos, Amiga de las artes, Grau Marítima, Alfonso Ugarte y 5 Amigos hijos del Sol y comisiones de los Colegios de Lima, Guadalupe, Instituto de Lima, de la inmaculada y de Barres y el club “Miguel Grau” de este puerto y de la factoría de Guadalupe.
Las compañías de bomberos, menos la “Callao Nº1”, al mando de sus respectivos jefes y bajo la dirección del comandante general. El señor Juan Ortiz y Rodríguez representante de la asamblea de las sociedades unidas de Lima, que cerró el acto, improvisando un discurso que fue muy aplaudido.
(El Comercio. Edición de la tarde
Viernes Octubre 8 de 1909)
Peru Viano
Callao, 8 de Octubre de 1909.
(El Comercio. Edición de la tarde
Viernes Octubre 8 de 1909)
El contralmirante señor Villavicencio, actor importante de la campaña naval de la guerra del pacífico, tomo luego la palabra, siendo recibido con afectuosas demostraciones de los concurrentes y pronunciando este discurso:
“Señores:
Treinta años han transcurrido desde que el héroe de Angamos, contralmirante Miguel Grau, en formidable y desigual combate sucumbió cubierto de gloria, comandando el crucero “Huascar”, débil nave que lucho seis meses, contra la escuadra enemiga de acorazados; y sin embargo, día a día recordamos con orgullo y admiración aquella grandiosa epopeya, que formará época en los anales de los combates navales de todos los siglos.
Grau fue para el Perú su bravo y abnegado adalid en el mar, como lo fue en tierra el sublime Bolognesi, y será para nuestros jóvenes marinos valioso ejemplo que enseñará siempre como se lucha y cómo se muere por la patria.
La vida, señores, obedece a una reducida sucesión de latidos de nuestro corazón, cortísimo instante comparado con la eternidad del tiempo, transcurrido ese leve paso del hombre sobre la tierra.
¿Qué le queda aquí? Restos materiales que desaparecen, afectos que se debilitan y, al fin, la triste nada; pero no, no desaparecemos tanto, aun puede procurar por sus grandes hechos y bellas acciones, que la historia eternice su memoria haciéndole merecida justicia, lo cual es ya una merecida satisfacción, en medio de su precaria existencia. El hombre que se inspira en las eternas verdades de la ciencia y de la religión y que comprende que el cumplimiento del deber, nada existe sobre Dios y la patria, tiene conquistado el camino de la gloria, y derecho, al recuerdo de sus semejantes. Así, Grau, hombre de carácter, firme y lleno de fe en aquellos principios, no podía retroceder ante el imponente enemigo que se le presentara, nada le aterraba, poco le importaba latidos mas o menos de su corazón, y con valor jamás desmentido, con temerario arrojo, acomete el asombrado enemigo y cae destrozado, dejando sobre las aguas de Angamos estela enrojecida con su preciosa sangre.
Boileau ha dicho: “Morir por la patria, no es morir, es inmortalizarse” y Grau se inmortalizo.
No lamento pues señores, la muerte de este héroe; si en los primeros momentos vertí lágrimas de verdadero dolor, ahora me inspira un sentimiento bien diferente: lo veo tan grande en el templo de la inmortalidad, lo veo tan prominente entre los hombres, que me siento poseído de noble emulación: yo quiero una hoja desprendida de la corona que ciñe su erguida frente para conservarla como precioso talismán; quiero un rincón en su divina mansión; para contemplar su complacencia en momentos como este, en que un pueblo justiciero y entusiasta, rodea su monumento y lo llama su marino predilecto, y bravo defensor de la honra nacional.
Señores: Gloria a Grau y á sus valerosos compañeros, que como buenos cayeron a su lado; honra á los valientes tripulantes de aquella histórica nave cuyo combate hoy conmemoramos en vivo patriotismo, y llenos de fe en el porvenir.”
Por ultimo pronuncio un discurso patriótico el joven don Nicanor Moscoso y Villavicencio, en nombre del club atlético “Grau Nº1”. A las once de la mañana, terminó la ceremonia, reiterándose las tropas, los colegios e instituciones.
El monumento se hallaba materialmente cubierto de aparatos florales desde su base hasta la coronación.
Cada aparato llevaba sus respectivas tarjetas, que correspondían á los nombres siguientes:
Cruz: Dolores C. Viuda de Grau é hijos. Aparto floral, representando el pabellón nacional, del capitán de navío don Pedro Gárezon. Otro aparato floral con el nombre de Grau, que decia: “La escuela naval a Miguel Grau, cuyo augusto sacrificio servirá de inextinguible faro á la marina peruana, para mantenernos dignos de él, sublime encarnación del deber cumplido y poder conservar el honroso derecho de espirar á imitarlo.”
Coronas: Prefecto del Callao, concejo provincial del Callao, Rosa Mercedes Távara y hermano; Elvira R. de Santillana é hijos. Club Regatas “Unión”, con la siguiente inscripción: “A los defensores de la justicia y lealtad americana, que fueron inmolados á bordo del “Huascar” en 1879, por el principio de conquista en el nuevo mundo. Callao, octubre 8 de 1909”, liga de la defensa nacional, instituto chalaco, de las sociedades unidas del Callao, al héroe de Angamos contralmirante Grau, instituto “Callao”, Club atlético Grau Nº1, Asociación “Por patria”, de los buques de guerra nacionales y muchos otros.
Entre la numerosa concurrencia de Lima y de este puerto pudimos anotar los siguientes nombres:
Perfecto de la provincia, sub-prefecto, capitán de puerto, diputado de congreso por la provincia, doctor Miro Quesada; alcalde principal, contralmirante Carvajal (Sobreviviente), Villavicencio y Rasgada, capitanes de navío, señores Gárenzon (sobreviviente), Saldías, Mora, Asín, Ontaneda; id de fragata, Tizón (sobreviviente), Caballero y Lastres, León N.P., Buenaño; id. de corbeta, Bielich, Stiglich y todos los oficiales en servicio; señores C.A. Velarde , Oyague y Soyer, Aurelio Miro Quesada, Ortiz de Zevallos, Rafael Grau, Gianella, Sabogal, Arteaga, Comandante E.B. Ruiz y otros muchos.
Los marinos sobrevivientes del “Huascar”, Francisco Espiel, Modesto Buendía, Faustino Colán, Pedro Rodríguez, Alberto Medina, José Rivera, Francisco Aguilar, Santos Calderón, Miguel Balcázar, Nieves Espinoza, Eduardo Price, Ramón Galicia y Eleodoro Dávila, uniformados y llevando el pecho la condecoración que les otorgara la nación por los servicios prestados á bordo del “Huascar”.
Las sociedades humanitarias con sus respectivos estandartes democrático-filantrópicos. Marítima de auxilios mutuos, Amiga de las artes, Grau Marítima, Alfonso Ugarte y 5 Amigos hijos del Sol y comisiones de los Colegios de Lima, Guadalupe, Instituto de Lima, de la inmaculada y de Barres y el club “Miguel Grau” de este puerto y de la factoría de Guadalupe.
Las compañías de bomberos, menos la “Callao Nº1”, al mando de sus respectivos jefes y bajo la dirección del comandante general. El señor Juan Ortiz y Rodríguez representante de la asamblea de las sociedades unidas de Lima, que cerró el acto, improvisando un discurso que fue muy aplaudido.
(El Comercio. Edición de la tarde
Viernes Octubre 8 de 1909)
Peru Viano
Callao, 8 de Octubre de 1909.
(El Comercio. Edición de la tarde
Viernes Octubre 8 de 1909)
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